Con relación a la Estructura de la filosofía y a la
denominación de disciplinas filosóficas, no hay consenso. Existen muchos
criterios al respecto.
Lo importante es
analizar la especificidad del saber con que estamos operando para determinar su
cualificación filosófica o no. Si refiere a problemas sustantivos del hombre en
relación con la naturaleza y la sociedad y posee alto vuelo cosmovisivo y alta
aprehensión cogitativa y valorativa, estamos en presencia del saber filosófico y
estamos haciendo filosofía.
¿Quién puede negar la
naturaleza filosófica de una visión integradora de la salud, de una aprehensión
cultural y holística de ella en tanto sistema complejo? ¿O un bello poema que
penetre en la subjetividad u objetividad del devenir humano?
El saber filosófico
es integrador en su esencia, totalizador, abierto, complejo, cosmovisivo y
cultural. Une en estrecha unidad conocimiento, valor, praxis y
comunicación.
Su complejidad no
está dada en su complicación como a veces se le interpreta, sino en su
carácter unitivo de lo uno y lo múltiple, de lo diverso, en su carácter
contextualizado, que es incluyente y no excluyente. La complejidad es
intervinculación de todas las mediaciones, determinaciones y condicionamientos.
Es negación del simplismo, la disyunción, el reduccionismo, el aislamiento y la
simplicidad, en general.
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